El silbido del viento
me ha traído,
la suave sensación de
tu llamado;
proclamando tu amor por
ablegado
a dulce querubín que
se ha caído.
Tierno rostro de niño
consentido,
sonríe recibiendo
tu cuidado,
pues de tí, esta loco
enamorado
y volver a su sitio
no ha querido.
¡Yo quisiera ser solo
un angelino,
y disfrutar por siempre
tus cuidados,
nombraría este mundo
por divino!
¡Tal vez el cielo diga:
son negados,
pero entonces por gracia
del destino
vivirán de ternura,
desperados!
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