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lunes, 28 de junio de 2010

Ciudad de Quito




CIUDAD DE QUITO

A este paisaje de cielo colorido y despejado
visitantes de otras tierras habían llegado,
imaginando encontrar un tesoro,
buscando bajo el suelo las riquezas de nuestro oro.

Cientos y miles se dieron por vencido,
al no hallar nunca “El Dorado”,
pero jamás habrían imaginado
que aquel tesoro escondido
era la ciudad, la que los había atrapado.

De días iluminados por un sol sempiterno
y sus noches majestuosas
con una luna poniendo su reflejo
en las horas de verano calurosas.

Ciudad de montañas y nevados
de cóndores, gorriones y pasacalles,
que han causado en todo aquel que nos visita
que regresen nuevamente enamorados.

Es entre todas, “Luz de América”
pues aquí a todos deslumbra su belleza
que se llevan un recuerdo en sus maletas
pero dejan parte de su corazón
en esta catedral de Suramérica.

Es verdad, aquí no es “El Dorado”
el espacio de tierra es muy chiquito
pero eso a la gente no ha importado
y regresa a nuestra ciudad de Quito.

miércoles, 16 de junio de 2010

LIBRE


LIBRE

La agobiante ciudad me ha convencido,
de abandonar las transitadas calles,
de olvidarme de los ruidos estruendosos
e iniciar una dolorosa partida.

La bruma se esparce tras mis huellas,
el viento sopla alejándose de mi;
la luna, ya no quiere mostrarme a donde voy,
me pregunto: ¿Soledad, oscilarás mi viaje
en cada pueblo que encuentre, o tal vez
te irás de mi lado también, como todo en este mundo?

La recuerdo, la recuerdo como un episodio
fatídico, un delirio que me acerca cada vez más
a la locura que anida en el recóndito segmento
alojado en mi occipital derecho.

Vuelvo a preguntarme: ¿Qué demonios significa locura?
Y me respondo que la locura, no es más que un estado,
mental, paralelo a la vida efímera que llevo a cuestas.

Me dispongo recorrer el mundo con interrogantes
que en mi vieja ciudad no han sabido encontrar respuestas,
veo caer las hojas; es el otoño que se lleva consigo
el frágil y sutil sentimiento por mi vida.

Voy pateando una piedra pequeña, desquitándome
de la avaricia del mundo real.
¡Esta piedra es mía! Y estoy solo,
nadie puede escucharme, nadie puede siquiera
atreverse a arrebatarme aquella piedra.

Estoy en mi mundo, en mundo apático para unos,
inexplicable para otros, indeseable por algunos.
Los recuerdos de mi infancia, recalan al mirar
el vasto prado a mi alrededor, y me digo:
¡No estoy soñando! Por un segundo creo ver personas,
pero ¿Porqué verlas?...¡Carajo que estoy solo!

Alucina mi vista, mi oído percibe el detestable ruido
del cual estoy huyendo, doy un grito para ahuyentar
a ese ruido insoportable para mi...Y comienzo a correr,
desenfrenado mi corazón se acelera hasta el punto
de querer explotar de desesperación.

Y cierro los ojos y sigo corriendo, cada vez más a prisa,
quiero escapar de todo...Me detengo en la vera misma
de un barranco, lo miro tratando de asimilar figuras ahí abajo,
no lo consigo...Me siento atrapado entre la locura de vivi
r
o la cordura de soñar, y doy el paso...¡Ahora soy realmente libre!

martes, 8 de junio de 2010

Sonidos en la Llanura


Sonidos en la Llanura

Noche de abrumadora soledad
cubriendo de tristeza la llanura,
quebrada en un sonido de criatura
que clama por afecto y amistad.

Solitaria en aquella oscuridad.
Desgarra la penumbra con dulzura
con pañales envuelta la lindura,
¿No hay nadie alrededor? ¡Por caridad!

El llanto de la niña se percata
en la distancia fúnebre y marchita
donde el eco nocturno desbarata,

el murmullo del viento en el que habita
el escorpión, el lobo; y mi fogata
que en medio la llanura, aún tirita.

viernes, 4 de junio de 2010

Tumbas del Recuerdo




Tumbas del Recuerdo


Las tumbas del recuerdo van creciendo
en la historia macabra de mi vida,
resguardando el espíritu que anida,
en orilla apartada de un estruendo.

He vestido con galas, el atuendo
de ropa fresca, limpia y colorida
que lleva una consigna aguerrida
aunque ella esté unida con remiendo.

Para esperarte llevo muchas rosas,
aguardando la hora de marcharme
de este mundo robado de mis sueños.

Desecharé mis ropas andrajosas,
hasta el instante mismo de abrazarme
con imágenes hechas por ensueños.