Recuerdos de una dama
Permites la llegada de la aurora,
al abrirle tu puerta en la mañana
el sol se va colando en la ventana
y el sudor en tu cuerpo, no demora.
Despiadada fatiga que te implora
vestigio de pasión que no fue vana
caricia que en la piel, aún cercana
se cuece en sensación devastadora.
El sudor que impregnado está en la cama
erótico vestigio de batalla
se evapora, al posarse bella dama;
recordando el amor por aquél hombre
producido en la noche que se acalla
que desde hoy, tendrá un propio nombre.