Abro los ojos, y todo está oscuro,
nada hay a mí alrededor.
¿Tal vez he sobrevivido al holocausto?
-no puede ser, todo está completo-
Cierro mis párpados,
y los abro nuevamente.
Pero no veo sino sombras,
siguiéndome al acecho.
Yo aprieto el paso buscando
algún ser, alguna gente.
Un paisaje aterrador,
yo recorro con premura,
inhalando aquel hedor
de abiertas sepulturas.
¿Cuanto hacía de no haber vida?
-No lo sé, con certeza-
El frío, que mi cuerpo ahora atraviesa,
azota a mi alma aún ataviada.
Lúgubres parajes
a lo largo se divisan,
en antagonías de supervivencia,
ahora en decadencia.
El eco de la guerra,
ha sonado en mi conciencia.
Quiero mirar
desde donde el ruido viaja;
pero no lo logro,
estoy envuelto en mis mortajas.
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