Hoy he visto fallecer una rosa,
en medio del jardín.
La tristeza en los olmos ya se posa;
por que la alegría llegó a su fín.
Todo el lugar en una pena sumisa,
ha quedado sin aquella flor delicada,
que el destino muy aprisa...
le arrebató su pieza más preciada.
Un pino la recoje con sus brazos,
el clavel compone una canción.
ambos por la pena, destrozados,
pues la amaron con pasión.
Mientras se alistaba el cortejo,
nadie en el lugar, se había fijado.
Que donde la rosa plasmó su reflejo…
un retoño de ella ha brotado.
El clavel cantó de felicidad,
el pino, de emoción embriagado.
Los dos jurando en soledad,
que sería su tesoro más preciado.
Mirando esas escenas, con nostalgia recordé,
aquel paraje de mi vida a tu lado;
ese instante que mi alma te entregué…
y ante Dios, mi amor te había jurado.
Me sentí como aquel pino robusto,
aunque tú no has muerto.
Pero como él, con un disgusto…
Pues tu barco ancló en otro puerto.
Cuánto hubiese yo querido,
que te conviertas en la flor,
que tu amor haya renacido…
y entregarte mi calor…
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