Hoy, aprendí a odiar,
con tal magnitud
que ni siquiera
cuenta me había dado,
solo hasta cuando
mis palabras refuté,
aquellas frases
de cariño emocionado,
que alguna vez te regalé.
Mi corazón ahora lleno de frío
cual un trozo de metal,
lleno de tal hastío,
que ha derrumbado tu pedestal.
Mis lágrimas se han congelado,
para nunca más
de amor llorar.
Porque así como te he amado,
así, tan solo así;
te aprendí a odiar.
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